Deteniendo la peña

Amaneció desvelado el Tío Coyote porque la panza de agua lo tuvo haciendo pis toda la noche.
Desesperado por el hambre el Tío Coyote deambuló por cerros y lomas, por su mala suerte no encontró ni un animalejo. Se conformó con unas guayabas de potrero que estaban verdes y duras. Los días anteriores también sobrevivió con jocotes ácidos, nances y marañones rancios.
Las guayabas le causaron dolor de estómago y el Tío Coyote se echó a dormir bajo un matorral, más tarde lo despertaron los aleteos de unos zopilotes que pretendían picotearlo, lo habían confundido con un canino muerto. Asustado el Tío Coyote corrió entre zarzas y jaraguá.
La tarde se había quedado sin sol y de nuevo el hambre desesperaba al Tío Coyote. Esta vez decidió bajar al río a buscar chimbolos y pasaba por un barranco cuando descubrió al Tío Conejo recostado en una inmensa peña.
-Hoy sí me lo como, Tío Conejo.
-¡Cuidado, Tío Coyote! Si usted me come, le caerá esta peña encima y quedará aplastado como una tortilla. No se da cuenta que además la peña sostiene al cerro.
-Ahora no me engaña, Tío Conejo.
-Mejor ayúdeme a sostener la peña, Tío Coyote, mientras tanto, yo buscaré unos troncos que sirvan de tranca.
Ya se miraba hecho una tortilla el Tío Coyote, le tronaban los dientes quebrados y sus patas comenzaban a temblar. El Tío Conejo se perdió en la foresta, y el Tío Coyote quedó deteniendo la peña.
Se despidió la luna, para no dormirse el Tío Coyote se puso a contar las estrellas. Salió el nixtamalero y el Tío Coyote cayó dormido. Al amanecer lo despertó el aleteo de la zopilotera que casi picoteaban su lomo.
Asustado el Tío Coyote dio un salto y puso sus manos sobre la peña, pero inmediatamente descubrió que mientras estuvo dormido la peña no se derrumbó.
-Otra vez el Tío Conejo me ha engañado, aquí me dejó deteniendo la peña. Siempre me pone trampa, por eso debo comerme a ese conejo cuanto antes -se dijo el Tío Coyote.
Adivinaba el Tío Coyote dónde buscar al pícaro conejo, cuando sintió que un zopilote volaba sobre su lomo. Sin duda todavía su cuerpo apestaba a chamusquina, porque los pajarracos lo perseguían a todas partes.
El Tío Coyote espantó al zopilote de unmanotazo, luego fue a una vaguada y se dio una atracada de piñuelas.
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