Lo que es y lo que podría ser Egipto, visto desde Guatemala

Corría el año 1944, por los meses de junio y julio, cuando miles de estudiantes y maestros se echaron a las calles a protestar contra el dictador Jorge Ubico, militar de carrera, uno que no conoció la guerra más si las armas, las armas que le servían para mantenerse en el poder, admirador de Mussolini y Hitler, aliado norteamericano contra los alemanes afincados en Guatemala desde mediados del siglo XIX.
13 años en el poder, ¿son pocos? o ¿son muchos?, quien sabe dónde reside la capacidad colectiva para soportar al dictador, su menosprecio por los demás, su cinismo, la fuerza bruta, creo que no hay un soportómetro más indicativo que la manifestación pura.
Maria Chinchilla, joven maestra, muere por los disparos de un policía. La sangre más que dispersar a la multitud la enciende, ya no solo es el cambio del dictador sino la muerte del régimen que él representa, todo lo que huela a corrupción, es la lucha por recuperar la dignidad colectiva.
Ubico llegó a considerar que aquellas manifestaciones eran un acto de ingratitud hacia lo que él consideraba una buena gestión dictatorial, se preocupa entonces por dos cuestiones que hará durante su retiro y cómo seguir cuando ya no este, y claro, qué mejor que dejar a un aliado, a otro militar: Federico Ponce Vaides, quien fue presidente designado por tres meses. La burla fue claramente identificada por las masas que se aglomeraron con mayor definición en las calles, los balazos ya no solo corrían en una dirección, hasta ese 20 de octubre que cae la plaza, no como la toma del Palacio de Invierno, pero si lo bastante significativa para que se pensara en un nuevo horizonte, pero como este artículo no es sobre historia de Guatemala sino como eso nos sirve para ver lo que sucede en Egipto en el siglo XXI, entramos a ver…

Masas con determinación, ¿sin ideología?

Muchos periodistas han expresado que los movimientos de desobediencia y resistencia que suceden en Túnez y Egipto han carecido de ideología, que pareciera que se dan por generación espontanea, sin dirección, con la única motivación de tumbar al dictador, que independientemente que hable árabe, es el mismo en todas partes del mundo.
No se quiere pensar ni en la posibilidad de otra revolución islámica como la de Irán en 1979. No se puede concebir la oposición política fuera de la liberal que se encuentra en todos estos países, producto del enamoramiento de algunas élites intelectuales con el modelo occidental. El islam político es inadmisible tanto o más que el modelo socialista del siglo XXI, que ha superado el viejo modelo soviético cubano.
Sin embargo, ese islam político ha estado antes en estos países, vaya, mucho del apoyo occidental europeo y norteamericano a “las buenas dictaduras”(1), las que han servido como muro de contención no solo al avance de las corrientes islámicas sino a las más de izquierda. Y es que no hay que olvidar que con el genocidio del pueblo palestino en occidente se llegó a concebir al árabe como el vilipendiado, el de la resistencia con el pañuelo, en contraposición a las percepciones paranoicas post 11/9, que lo ubicaban como terrorista.
Ese árabe subjetivizado, romántico, desde la visión orientalista, es un sujeto diverso. Las elites árabes son ampliamente proccidentales, menosprecian lo que a otros les da identidad, gobiernan en el Cairo pensando en Paris, como en antaño pasaba con los Ubico o los Somoza en Miami o New Orleans.
¿No hay ideología? No, ideologías sí, y lo que en realidad temen Washington y Tel Aviv es que el islam pueda convertirse en una ideología aglutinadora. Porque la caricatura de liberalismo político es representada por los dictadores, el que se inyecta botox para parecer joven y fuerte, el que presenta a su esposa como la primera dama en un mundo fashion.
¿Acaso no hay contenido ideológico cuando se hace el salat (rezo) en la calle y en medio de las manifestaciones? Ese contenido ideológico, aun desbordado, no encuentra más cauce que en el objetivo de tumbar a Mubarak.
Las palabras de Sayyid Qutb, sobre la vanguardia del islam como proyecto siguen presentes en el imaginario político egipcio. No es la diatriba del regreso a la sociedad feudal, al islam de los camellos y las caravanas, no es el islam como norma de comportamiento político, como orden social, como sistema de valores, comprobado esta que el acceso a los teléfonos celulares, los jeans, y los grandes carteles, por si mismos, no constituyen calidad de vida, el anuncio de la cara maquillada y bonita de occidente.
Claro que el egipcio se acuerda de como el cobarde dictador cerró los ojos ante el genocidio en Gaza, no solo no abrió las puertas de la frontera sino que impidió la cobertura hospitalaria para los miles de mutilados. El dictador no oculta, no necesita hacerlo, su afiliación con la mayor de las injusticias cometidas contra un pueblo hermano. El estruendo de las cañoneras se oían hasta en El Cairo.
Muchos analistas coinciden en afirmar que Egipto es la bisagra de medio oriente con occidente, una bisagra que solo se abre en una dirección, deja entrar toda la influencia por la que miles de personas perecen en occidente, el concepto de democracia por el cual viven millones del otro lado del Meditárraneo no.

Islam político 

El islam es político, sino no lo es. No hay islam que reduzca su praxis (en su sentido Gramsciano) al acto litúrgico, ya cientos de analistas han señalado lo nocivo que era para las naciones mayoritariamente pobladas por musulmanes que existan subvenciones a mezquitas y entidades religiosas porque fácilmente se convertían en cajas de resonancia de los gobiernos (corruptos en su mayoría), pero contradictoriamente son esas mismas entidades las que se han convertido en escuelas de cuadros.
Los actos repetidos de rezos callejeros en las calles de Paris, Roma, Londres y Berlín son altamente significativos, porque en contextos islamofobos estos se convierten en muestra clara de resistencia. El islam se ha convertido en la era post colonial en eso, Túnez, Argelia y ahora Egipto son la clara muestra de que el islam como proyecto político está comenzando a tener resonancia. Y, en contra de lo que piensa el fundamentalismo sionista, el islam como proyecto político es democrático o no lo es, el islam como sistema político no es la representación de las mil y una noches de Arabia Saudí con una Monarquía que es la antítesis de la Sunna (la tradición) del Profeta.
Como nos ha servido ver Aljazeera en estos días, para Latinoamérica el ver al mundo es como taparse un ojo, solo una perspectiva, Mubarak era invisible hasta este enero. ¿Cuánto cinismo puede haber en los discursos de occidente? Señalan hacia Cuba, y el sur del continente y luego envían millones de dólares en ayuda no reembolsable a monarquías y semi monarquías. ¿A cambio de qué? ¿De un puñado de arena? No, para mantener el control de Suez, para mantener la cabeza de playa que es Israel. La próxima vez que los norteamericanos vean que cierran sus fábricas y que sus calles se inundan de adictos, sabrán que sus impuestos están siendo bien invertidos en sueldos de soldados en Egipto que cuidan la frontera israelí.
El dictador se resiste a salir. Bueno, ¿quién en sus zapatos lo ha hecho fácil?Empleados estatales, policías de paisano, o ciudadanos que ven una amenaza más fuerte el estar sin el dictador, salen a las calles, “demuestren que me siguen queriendo”, la sangre que goteaba está por convertirse en un río desbordado. Será fácil para el dictador, cuando salga (porque va a salir), irse a Riad a disfrutar de su pensión de retiro, el dinero de la salud, educación, el hambre siempre presente.
Mal piensa el burócrata a este nivel que saliendo a la calle y enfrentándose con los desafectos el dictador se quedará. El ya trazó su plan, se ha mandado copia a Washington y están discutiendo los plazos. Se resiste porque no ha sacado todavía el suficiente dinero, de repente no le resulta mala idea el hacer estallar algunas bombas, algunos consejeros israelíes lo habrán planteado, recurrir al terror y culpar al fantasma de Al Qaida.
Los Hermanos Musulmanes lo saben y han tenido el tino político, esta no es una revuelta islámica, esto es contra el régimen de Mubarak, lo que es y representa. La hermandad lleva años y años esperando, puede esperar otros años más, el horizonte es más claro ahora que a finales del año pasado.
Habrá islam como Estado si el pueblo lo quiere, según el principio de la libre elección liberal. Pero no gusta, se muerden la lengua del otro lado de la frontera, no, un Hamas elevado a la máxima potencia, no son sus cohetes rudimentarios los que nos asusta diría el funcionario de inteligencia, es la voluntad del pueblo en asumir este como proyecto de nación.
Y… Guatemala?
Hoy es un día nublado en ciudad de Guatemala, las noticias de los muertos y de las campañas electorales son habituales, solo unos se preguntarán por las imágenes que se repiten desde enero hasta la fecha en los noticieros. ¿Mubarak, qué? No hay conexión.
Existe una embajada de Egipto en la ciudad de Guatemala, que, en palabras de algunos diplomáticos, es sui generis, ya que en ella hay más diplomáticos que ciudadanos egipcios en el país (para decirlo en forma jocosa).
Egipto es la puerta a medio oriente dicen otros, Guatemala qué ofrece, cardamomo y confitería, el intercambio tecnológico y comercial es poco o nada significativo, pero el político sí que lo es, las representaciones diplomáticas de países con tan poca importancia comercial como Guatemala en la región es en realidad apoyo para Israel. A Egipto se manda a funcionarios defenestrados a nivel local, con poca o nada formación diplomática. Incluso en el tiempo de los gobiernos militares, la estadía en estas embajadas eran vistas como premios de consolación.
Cuando Estados Unidos empieza su nueva Cruzada contra el Terror después del 9/11 la periferia comenzó a preguntarse ¿Qué eso del islam? Y ¿Quiénes son los musulmanes? ¿Musulmanes y árabes, no es lo mismo? Preguntas con poco tino en un Estado que tenía no menos dos décadas de tener la representación diplomática en uno de los países con más población musulmana en el norte de África.
Satélite diplomático podría ser el concepto que más se acerca a lo que Centroamérica y sus representaciones hacen en el Cairo, no ve, no oye, no opina mas allá de los comunicados emitidos desde el Departamento de Estado y desde las oficinas del Mossad.
 
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