La dualidad de un personaje (el culto a Maximón y San Simón)


Abordando el tema de Maximón desde un punto de vista eminentemente cultural (insisto, apartado de creencias religiosas) el culto hacia dicho personaje, es una manifestación que atrae a muchos indígenas y ladinos guatemaltecos, e incluso población extranjera que llega a Guatemala para venerarlo con mucho fervor.


Con un origen que se remonta entre los siglos XVIII o XIX, Maximón incorpora una amalgama de tradiciones religiosas, tanto cristianas como mayas.

 
Según he leído, el nombre de Maximón tiene su origen en la palabra formada por los vocablos max (tabaco, en maya) y Simón, por eso mismo  muchos lo conocen también como San Simón.

Este personaje representado por una imagen hecha de cuerpo entero y un rostro tallado en madera o fibra de vidrio, cuyo semblante puede ser el de un adulto joven (el caso de San Andrés Itzapa y Zunil) o un anciano (abuelo como lo llaman en Santiago) se viste de traje oscuro, militar o indígena. Porta sombrero y ocasionalmente lo acompañan pañuelos, lentes o guantes.


 Los altares más visitados son los  de San Andrés Itzapa en Chimaltenango, Zunil en Quetzaltenango y Santiago Atitlán en Sololá. Este último presenta una variación importante respecto de los dos primeros, ya que San Simón adopta el nombre de Maximón, tiene rostro de anciano y se viste con traje típico.

 Eso sí, con el tabaco y el licor como elemento común. Sus devotos atribuyen poderes milagrosos que van desde solicitar protección, amor y salud, hasta venganza y enfermedad.

 Los favores se logran a través de oraciones y ofrendas como dinero, cigarros, bebidas alcohólicas, resinas y velas de colores que representan un deseo; el rojo es el amor, amarillo y blanco protección, verde prosperidad, azul buena suerte, rosado salud, celeste dinero, negro celos y hechizos y; morado para suprimir los malos pensamientos.


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