Los dueños de los cerros de San Andrés

Los cerros de San Andrés Xecul, Totonicapán, en donde habitan espíritus sagrados dueños del aire, del agua, del sol, de las plantas y de los animales, al igual que el templo parroquial, se convierten durante este mes en el que se celebra la fiesta patronal, en el sitio elegido por los vecinos para rezar, purificarse y pedir bendiciones.

Xecul, dicen algunos, significa "bajo la chamarra", en idioma maya k'iche'. Otros traducen el vocablo como "al pie del cerro", pues el pueblo está asentado en una hondonada en el punto exacto en el que empiezan a elevarse las montañas.


En esos montes abundan altares en los que "zajorines" o "rezadores" celebran ceremonias dedicadas a las fuerzas de la naturaleza y al Dios Mundo, pero también a Jesucristo y a los santos de la Iglesia Católica, en este caso al apóstol Andrés, mártir cristiano al que los españoles conquistadores encomendaron el pueblo en el siglo XVI.


Para pedir
Los "zajorines" gozan de total respeto entre la comunidad. Se nota hasta en la forma de saludarlos, pues los pobladores se inclinan hacia adelante en señal de respeto, y algunos les besan las manos.
Estos "guías espirituales" actúan en función de los que se les solicite, comenta Santos Ceferino Chigüil, catequista de San Cristóbal, Totonicapán.

En sus oraciones piden por el bienestar físico y espiritual de las personas, para que la cosecha sea abundante, o por protección para los que viajan a Estados Unidos, por ejemplo.
"Pero también pueden hacer mal", dice el catequista "La iglesia no acepta estas ceremonias, pero los que buscan consuelo a sus penas piden en el templo y piden en los cerros".
Algunos que participan en danzas deben purificar su cuerpo y su espíritu y permanecen en abstinencia por 40 días.


Al apóstol
Los ancianos de San Cristóbal Toto cuentan que la pequeña imagen de San Andrés, que se venera en Xecul, apareció en un cerro que desde entonces se llama "Pa Cotzij", es decir "Entre Flores".
El lugar de la aparición dista del pueblo unos dos kilómetros. Se llega al sitio por medio de una tortuosa y empinada vereda entre árboles. Existe allí un "chozabal" o altar ceremonial, al cual los devotos van a orar, encender velas, quemar pom o incienso y derramar bebidas, para pedir bendiciones, protección, salud, prosperidad y bienestar espiritual y material.
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